Algunos cristianos mal informados, o
que tienen dudas sinceras, ponen en tela de juicio la autoridad de la Biblia.
Podemos tener que enfrentarnos a personas que sostienen que la Biblia es una
colección de mitos e inexactitudes. Hay tres cosas que caracterizan a casi
todos aquellos a los que les resulta difícil aceptar la autoridad de las
Escrituras.
·
Es raro que se molesten en leer la
Biblia.
·
Abordan la Biblia con muchos prejuicios
aprendidos de los críticos de las Escrituras y sus escritos.
·
No conocen al “Autor”.
Sin embargo, ¿podemos confiar en la Biblia? ¡Sí!
Billy Graham dijo: “Hace mucho tiempo decidí aceptar la Biblia por fe.
Esto no debería resultarle a nadie muy difícil. La mayoría de nosotros no
entendemos la fisión nuclear; pero la aceptamos. Por mi parte, no comprendo la
televisión, pero la acepto. No entiendo la radio; pero todas las semanas mi voz
recorre el mundo y la acepto. ¿Por qué es tan fácil aceptar todos estos
milagros realizados por el hombre y tan difícil aceptar los milagros de la
Biblia?”
¿En qué autoridad nos basamos para creer en la Biblia?
1.
La Biblia misma sostiene que es la
Palabra de Dios. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2
Timoteo 3:16-17).
“Entendiendo primero esto, que ninguna
profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía
fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20-21)
2.
Jesús y los apóstoles confirmaron su
autenticidad, citando sus pasajes continuamente en sus escritos y ministerios.
Por ejemplo, tenemos la confirmación de Jesús: “Porque de cierto os digo que
hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18) Asimismo, Pedro citó las
palabras de David para substanciar la resurrección de Jesucristo (véase Hechos
2:29-36).
3.
La iglesia histórica ha reconocido y
utilizado siempre la Biblia como la palabra inspirada por Dios sobre Sí mismo y
Su voluntad. Hay citas de los primeros cristianos que se remontan hasta el
final del primer siglo de nuestra era. La Biblia ha sido siempre la regla
definitiva de fe y práctica para la verdadera iglesia.
4.
La historia y arqueología se combinan
para confirmar la autenticidad de la Biblia. Las crónicas históricas son
evidentes e indiscutibles. Muchos de los lugares que se mencionan en la Biblia
se pueden identificar con facilidad, incluso en la actualidad. Centenares de
sitios arqueológicos han permitido obtener pruebas abundantes que confirman la
tesis cristiana de que se debe confiar en la Biblia. También se han preservado
hasta nuestros días manuscritos antiguos de la Biblia y podemos mencionar tres
de ellos:
Los Rollos del Mar Muerto contienen ya sea fragmentos o el texto
completo de todos los libros del Antiguo Testamento, con excepción del de
Ester. Algunos de esos textos se remontan a dos o tres siglos antes de Cristo.
El Códice Sinaítico, descubierto en el antiguo monasterio situado al pie
del Monte Sinaí, se remonta a los primeros siglos de la era cristiana.
Muchos de estos y
otros documentos se encuentran disponibles para examen.
5.
El cumplimiento de las profecías es un
buen testimonio de la exactitud de la Biblia. Unos cuantos ejemplos tomados de
la vida de Jesús servirán para ilustrar este punto:
Nacería en Belén: Miqueas 5:2 y Lucas 2:4-7.
Llevaría una vida sin pecado: Isaías 53:9 y 2 Corintio 5:21.
Lo matarían (crucificarían): Isaías 53:5-7 y Mateo 27:35.
Clamaría desde la cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?:
Salmo 22:1 y Mateo 27:46.
6.
La notable unidad y la coherencia de la
Biblia confirman su autenticidad. Revela un solo autor –el Espíritu Santo- tras
la diversidad de sus autores humanos. No es simplemente un conjunto de
personajes, lugares y fechas. Posee una continuidad asombrosa, puesto que los
hechos como el mensaje de la Biblia están recíprocamente relacionados, en
formas estrechas y asombrosas, para revelar al Hijo de Dios, nuestro Señor y
Salvador Jesucristo y Su obra de redención y restauración del género humano.
¡Es un libro con un tema: Jesucristo!
7.
La Biblia se confirma por su poder para
transformar vidas. Su mensaje surgió con poder en la escena humana, en la época
neotestamentaria, para trastornar “el mundo entero” (Hechos 17:6). Hay poder en
el mensaje de la Palabra de Dios. Desde la época del Apóstol Pablo hasta
nuestros días, el poder del evangelio ha transformado muchas vidas. Sólo los
países afectados por el mensaje evangélico de la Biblia han conocido una
elevación de sus sociedades: los derechos humanos, el trato que se les da a los
niños y las mujeres, los avances médicos, la libertad de la esclavitud, etc. La
Biblia es el único libro que proporciona respuestas para las preguntas
cruciales de los seres humanos: ¿Quién soy? ¿De dónde procedo? ¿Por qué estoy
aquí? ¿A dónde voy? ¿Cuál es la finalidad de la existencia?
Estrategia de asesoramiento:
¡No inicien discusiones nunca! Si su interlocutor es lo bastante
flexible como para escucharles, preséntenle una cantidad tan grande de lo que
aquí se ha escrito como sea posible.
1.
La aceptación de la Biblia por una
persona se relaciona directamente con su disposición para aceptar a su autor.
En algún momento apropiado, durante la conversación, pregúntenle a su
interlocutor si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador.
Háblenle de las Cuatro leyes espirituales.
2.
Aconséjenle que obtenga una traducción
reciente de la Biblia para su lectura y estudio. El abordar el estudio de la
Biblia con la mente dispuesta y pidiéndole a Dios que se revele a Sí mismo, Su
voluntad y Sus propósitos, deberá proporcionar una experiencia muy valiosa.
3.
Aconséjenle que busque una iglesia en la
que se enseñen las doctrinas de la Biblia para que pueda tomar parte en la adoración,
los estudios bíblicos y el compañerismo con otros que toman la Biblia muy en
serio.
4.
Oren con esa persona, pidiendo que tenga
iluminación espiritual, fe y plenitud en su vida mediante el poder de la
palabra de Dios. “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su
gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los
santificados” (Hechos 20:32).
Recomendaciones adicionales:
1.
Si su interlocutor admite no haber leído
mucho la Biblia, anímenle a que comience a hacerlo cuanto antes. Deberá seguir
los mismos métodos que emplearía en cualquier experimento: abordar las
Escrituras imparcialmente y darles una oportunidad en sus pensamientos.
Recomiéndenle que comience con el evangelio de Lucas, luego con el Libro de los
Hechos y, a continuación, en cualquier otro lugar de la Biblia.
2.
Respuestas a
posibles preguntas que se puedan presentar:
A.
La Biblia dice que el hombre ha estado
en la tierra durante sólo unos 6.000 años.
Respuesta: La Biblia no dice en ninguna
parte que el hombre haya estado en la tierra sólo 6.000 años. Este concepto
falso se debe probablemente a la cronología del Obispo Ussher, desarrollada en
el siglo XVII. La Biblia no dice que la antigüedad del hombre sea de 6.000,
60.000 ni 600.000 años. Lo que dice es: “En el principio creó Dios los cielos y
la tierra” (Génesis 1:1).
B. La Biblia está llena de inexactitudes.
Para poner a prueba los conocimientos de su interlocutor, pregúntenle:
¿Qué inexactitudes? En caso de que responda mencionando la creación, el arca de
Noé, el día largo de Josué, el pez de Jonás, el nacimiento virginal, etc.,
díganle que no podemos explicar esas cosas, aunque creemos que son históricas.
No necesitamos defender esos conceptos. Dios habló. ¡La Biblia exige fe! Citen
a Billy Graham del comienzo de este tema. Pablo, el apóstol, dijo, al escribir
respecto a quienes tienen dificultades con las Escrituras: “Pero el hombre
natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”
(sólo se pueden por medio del Espíritu Santo) (1 Corintios 2:14).
C. Me resulta difícil creer en la Biblia o no
la entiendo.
Respuesta: Recomiéndenle que adquiera una traducción moderna de la
Biblia y que vuelva a intentarlo. Citen a Mark Twain, que escribió: “Lo que me
inquieta no son las cosas de la Biblia que no comprendo, sino las que
entiendo”.
Si el interlocutor parece sincero en sus dudas, recomiéndenle que recite
la oración que sugiere John Stott en su libro “Basic Christianity”: Dios, si
existes (y no sé si existes o no) y si puedes oír esta oración (y tampoco sé si
puedes hacerlo), quiero decirte que estoy buscando sinceramente la verdad.
Muéstrame si Jesús es verdaderamente Tu Hijo y el Salvador del mundo. Y si
logras convencerme en mi mente, confiaré en El como mi Salvador y lo seguiré
como mi Señor”.
Quizá le resulte conveniente utilizar el método de D.L. Moody para
abordar el estudio de la Biblia:
“Oré pidiendo fe y creí que algún día la fe descendería sobre mí y me
golpearía como un rayo. ¡Sin embargo, la fe no llegaba! Un día estaba leyendo
el capítulo 10 de Romanos: “Así que la fe es por el oír, y el oír por la
palabra de Dios” (Romanos 10:17). Había cerrado mi Biblia y pedido fe.
Entonces, abrí mi Biblia, comencé a estudiarla y la fe ha ido creciendo en mí
desde entonces”.
Citas bíblicas:
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos ylas intenciones del
corazón”. (Hebreos 4:12)ón”. (Hebreos 4:12)
“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que
cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis
no como la palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la
cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13).
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se
escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras,
tengamos esperanza”. (Romanos 15:4).
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
(Apocalipsis 1:3).
“Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y
diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Hebreos
2:4).
2 Timoteo 3:16-17
2 Pedro 1:20-21
Hechos 20:32.
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