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Enfrenta la ansiedad


09 de abril
Enfrenta la ansiedad
Dr. Neil Anderson

 “Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7).

Los cristianos confían a menudo en una sensación de paz como prueba de la guía del Espíritu Santo. Suele oírse que la gente dice «no tengo paz al respecto». Pienso que es legítimo y me preocuparía de la persona que sigue adelante cuando su espíritu está perturbado. Dios no guía a través de la ansiedad. Tenemos que echar toda ansiedad en Jesús porque Él se preocupa por nosotros (1 Pedro 5:7).

De todos modos, se gasta mucho dinero en la «cura» transitoria de la ansiedad. Las personas consumen alcohol, drogas ilícitas, comen en exceso, tienen relaciones sexuales, repiten mantras irracionalmente y escapan a otros lugares, todo para disminuir la ansiedad. Una señora decía: «¡me doy una orgía de compras cada vez que me siento ansiosa!» Habitualmente se recetan drogas para tratar los males que acarrea la ansiedad.
 
El que atiende el bar, el que trafica drogas, el ocultista y otros mercachifles del escapismo tienen algo en común: realmente no les preocupa el consumidor; les interesa la ganancia. Peor aún, cuando se termina la «cura» transitoria, tenemos que volver al mismo mundo del que deseamos escapar, con el de los problemas y otras consecuencias negativas de los falsos sanadores.
 
Por dentro necesitamos desesperadamente la paz de Dios: «No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús» (Filipenses 4:6-7).
 
Tomar conciencia de un espíritu perturbado debiera llevarnos a encontrar la paz de Dios, volviéndonos a Él y asumiendo la responsabilidad de usar nuestra mente.

Te agradezco, Señor, por eliminar tantas de mis viejas ansiedades y liberarme. Te pido que me liberes de aquellas que aún permanecen.
 
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